Cada vez hay más personas que
hablan de estrés laboral cuando les preguntan sobre trabajo. Hay muchas
personas para las que el empleo añade significado a sus vidas y contribuye de
forma positiva al desarrollo de su identidad. Pero otras consideran
su ocupación como un conjunto desagradable de obligaciones. Tareas que
califican como irrelevantes, monótonas y demandantes, lo que hace que sean
víctimas del estrés laboral.
Más allá de las preferencias que
tengamos cada uno de nosotros a nivel laboral, el estrés puede aparecer tanto
en unas ocasiones como en otras. Es una situación que acaba repercutiendo
sobre la salud, especialmente si este estrés es sostenido o con
picos de intensidad muy fuertes.
Síntomas frecuentes del estrés
Estos son los síntomas más
frecuentes, señales que indican que una persona puede estar padeciendo estrés
laboral:
- Síntomas fisiológicos: sudoración, tensión muscular, dificultades respiratorias, palpitaciones, molestias de estómago, mareo, náuseas, sequedad de boca, etc.
- Síntomas psicológicos: preocupación, temor, dificultades para pensar, concentrarse o tomar decisiones, pensamientos negativos, miedo, inseguridad, etc.
- Síntomas motores: evitación de situaciones temidas, morderse las uñas, intranquilidad motora, ir de un lado para otro sin finalidad concreta, etc.
Es importante que para disminuir
nuestros niveles de estrés pongamos en marcha algunas estrategias básicas, como
las que señalamos más adelante. Pero si la situación persiste en el tiempo y
nos vemos incapaces o con dificultades para hacerla frente, lo más adecuado es
acudir a un profesional, para que con su ayuda podamos superar nuestro
problema.
Tratamiento del estrés laboral
A continuación, señalamos
algunas pautas para reducir los niveles de estrés elevados en el ámbito laboral:
- Planificar actividades gratificantes fuera del trabajo. Desconectar a la salida del ámbito laboral, tanto interna como externamente, y dedicar algún momento a hacer algo que nos relaje y nos permita desconectar.
- Marcarse objetivos realistas y alcanzables.
- No dejar todo para última hora. Aprender a gestionar el tiempo y planificar de manera flexible nuestra actividad.
- Cuidar el entorno donde se trabaja (limpieza, orden, luminosidad, etc.).
- Fomentar relaciones sociales en el trabajo y comunicarse de manera asertiva.
- Aprender a reducir la tensión a través de técnicas como la meditación, la relajación o el yoga.
- Evitar los pensamientos catastrofistas y la descalificación por los errores cometidos. Los errores son una parte inevitable de la realización de una tarea en ocasiones, pudiendo ser una fuente de aprendizaje y mejora.
- Cuidar hábitos como dedicar un tiempo a dormir y descansar y mantener una alimentación adecuada. También podemos incorporar a la rutina diaria ejercicio físico, de manera regular y adaptado a nuestras capacidades, ya que mejora el estado de ánimo en general, aumentando la autoestima y disminuyendo el nivel de estrés.